viernes, 15 de agosto de 2008

Técnica, valentía y vulgaridad en el debut de Adolfo Martín en el sur.

De expectación era el festejo celebrado hoy en la coqueta plaza de Valverde del Camino, donde con media entrada se lidiaron toros de la rama saltillo, haciendo que el nombre y la divisa de Adolfo Martín debutara en la provincia.
Noble y encastada resultó, aunque ninguno terminó de romper hacia delante. Los diestros del cartel hicieron que con la técnica de Valverde, la valentía y el pundonor de Robleño y la vulgaridad de Mota fuera una aceptable tarde de toros; ni más ni menos. Eso si donde se debiese cuidar la puntualidad y los continuados paseos por la barrera de la plaza.

Valverde del Camino. 2º de Abono. Algo más de media entrada.

Toros de Adolfo Martín, desigual aunque de aceptable presencia, encastados en líneas generales aunque les falto romper. Destacaron el noble 2º, el bravo y encastado 5º.
Al sexto se le otorgó una inmerecida vuelta entre algunas protestas; y el mayoral quiso salir a hombros.

Fernando Robleño (azul añil y oro): saludos y ovación.
Javier Valverde (espuma de mar y oro): oreja en ambos.
Pérez Mota (celeste y oro): oreja y oreja.

Tres pases al hilo, uno de pecho y fuera ….

Así fue la mayoría del festejo de hoy donde no podríamos describirlo de otra manera. Faltó la ligazón, la cadencia y tragarle aún más a una noble, encastada y a menos corrida de Adolfo Martín.

Fernando Robleño que tuvo que tragarle al de nombre Madroño, que miraba al diestro en numerosas ocasiones; este lo intentó con buenos toques de muleta acompañados por zapatazos para así ayudar a enjaretar el pase del animal; se arrimó cuando el toro se vino abajo y no acertó con los aceros, fue ovacionado tras una estocada con salida y tres descabellos.
El cuarto tampoco le trajo más facilidades al de Madrid, un toro bizco del derecho y de fea cabeza que se apagó sin descolgar. Se basó con al natural y pronto recurrió a los terrenos comprometidos para después de un pinchazo y un horrendo bajonazo saludar desde el tercio.
Hizo todo él, ya que el plomizo Adolfo le faltó el tranco para enjaretarse, le miraba y nunca acabo de confiarse demasiado.

La técnica en la tarde la puso el diestro charro Javier Valverde, que se mostró muy firme tanto con el capote como con la muleta. Comenzó gustándose por bajo y llevó a cabo lo mejor de la tarde con su primero. Lo llevó embebido en la muleta y cuajo dos tandas de peso al son del pasodoble Dávila Miura. El diestro estuvo bien con el noble y bravo segundo al que le supo marcar los tiempos y sacarle lo mejor de sí aunque tal vez le faltó esa confianza a la que anteriormente nos referíamos. Cortó una oreja tras una fulminante estocada algo caída.


Valverde quería puerta grande y lo intento con su segundo, un toro soso que se quedaba muy corto en la muleta y no trasmitía; pero siempre estuvo al hilo del pitón y guardando distancias. En la suerte suprema colocó una grandiosa estocada y se le premió con una oreja a una faena que nunca existió.


Pérez Mota acabó con las ilusiones de la tarde, salió a hombros, sí pero con pocos méritos y una tauromaquia vulgar que seguro que a pocos convence salvo a sus fieles seguidores que tras vaciarse una y otra vez le gritaban, como es lógico, ¡torero, torero!... siempre existirán los partidarios.

En su primero se dejó escapar al mejor toro de la tarde, un bravo ejemplar de Adolfo Martín que empujó en el caballo.
Con la franela nunca se sintió a gusto el torero de El Bosque y trató una y otra vez de hacer el toreo del pase a pase que ni llega a los tendidos ni trasmite esa emoción que provoca el toreo ligado. Le aguantó poco al de Adolfo y tras varias series sacando al toro de la suerte consiguió una estocada tendida que le valió una oreja.
Un gran toro de Adolfo que exigía, dada la casta y la bravura del astado, pero que se topó con la vulgaridad de Mota haciendo que este pasase desapercibido.
Frío también con el sexto el torero se mostró más a gusto ejerciendo su particular y aliviada tauromaquia ante un toro al que le faltó empujar en el caballo y codicia en la muleta, pasando sin trasmitir.
Oh las miradas o los pitones impresionaron al matador que siguió en sus trece toreando al hilo del pitón hasta los pases de pecho.
Recibió una oreja y el mérito de la puerta grande tras una estocada caida. Al toro se le premió con una desacertadísima vuelta al ruedo que fue protestada por algún aficionado cabal. Un fallo presidencial de los que le restan peso a una feria de solera como la valverdeña.

Como comenzábamos la crónica, no queremos más toreo al hilo del pitón, no más engañabobos y pamplinas y sí al toreo cruzado y ligado cuando por suerte está en la plaza el toro encastado. Hoy fue la tarde donde fue cierto el dicho que refiere que la casta descubre las carencias y así fue, toros al desolladero, orejas cortadas y poco toreo.
Ah se nos olvidaba, los veterinarios volvieron de las “vacaciones”…….

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