Los Cuadris regresan a su cuna.
No será una corrida cualquiera; así lo hemos hecho saber una y otra vez, cuando con humildes palabras intentábamos deshojar los carteles de la feria taurina zalameña 2008.
Pueden tener más o menos aliciente, pueden ser más o menos rematados, pero no cabe duda que esta feria, es y será una parte activa de la historia de esta nuestra plaza de toros; que se engalanará, como nunca, para recibir tras nueve años de ausencia a un encaste que vio nacer.
Fue una despedida triste, casi silente, de la que aún resuenan las palmas en el arrastre de los seis toros y continua perfilándose la sombra de José Escobar, mayoral de Cuadri, que a hombros agradecía tanto cariño ganadero en 1999.
Es esta plaza la que a la divisa triguereña le ha traído innumerables triunfos. Fue la que aplaudió la bravura de la novillada de los hermanos Girón y el Tano, la que arrastró a los primeros toros de un aprendiz de ganadero, herrados aún con la L del zalameño José María Lancha; y la que comprobó además, año tras año, como la selección, la paciencia y poco a poco la experiencia ponían al hierro de la H invertida de D. Celestino Cuadri como unos de los más prestigiosos y admirados de todo el panorama taurino español.
De todo ello, ha sido testigo la plaza de toros de Zalamea, junto con esa afición ganadera por excelencia que con el paso del tiempo aún deja que el olor a puro se entremezcle con el más silencioso silencio cuando el que pisa el albero se está jugando la vida con el toro. Y fue también esta, la que realzó y avivó el encuentro de los Cuadris con la provincia en 1996, anunciándose una de sus únicas novilladas, para más tarde ser la ganadería estrella en el serial zalameño.
Zalamea la Real se enorgullece de su historia pero no tiene por que dejar pasar su presente; un año más nuestro pueblo vuelve a escribir en su ya enciclopedia del toreo. Este año con más cariño que nunca ya que regresan los toros que ilusionaron a muchos, que llenaron los desencajonamientos con autobuses, que se emplazaban en el centro del ruedo durante el manifiesto, que veían como aquel chaval se jugaba la vida agarrándose a la maroma para así citarles a la entrada de toriles, que tenían por nombre a nuestro pueblo, que hacían pintar el toreo a Bejarano y Silvera, que hacían que la banda de música dirigida por Lázaro, una y otra vez encontrase ocupado su sitio de costumbre…., que hacían desbordar la BRAVURA…., que hacían desbordar EL TOREO.
Ojalá vivamos con intensidad de afición grande este reencuentro y rompamos el paseíllo con un caluroso aplauso de bienvenida para que después, pueda de nuevo brillar EL TORO.
Pueden tener más o menos aliciente, pueden ser más o menos rematados, pero no cabe duda que esta feria, es y será una parte activa de la historia de esta nuestra plaza de toros; que se engalanará, como nunca, para recibir tras nueve años de ausencia a un encaste que vio nacer.
Fue una despedida triste, casi silente, de la que aún resuenan las palmas en el arrastre de los seis toros y continua perfilándose la sombra de José Escobar, mayoral de Cuadri, que a hombros agradecía tanto cariño ganadero en 1999.
Es esta plaza la que a la divisa triguereña le ha traído innumerables triunfos. Fue la que aplaudió la bravura de la novillada de los hermanos Girón y el Tano, la que arrastró a los primeros toros de un aprendiz de ganadero, herrados aún con la L del zalameño José María Lancha; y la que comprobó además, año tras año, como la selección, la paciencia y poco a poco la experiencia ponían al hierro de la H invertida de D. Celestino Cuadri como unos de los más prestigiosos y admirados de todo el panorama taurino español.
De todo ello, ha sido testigo la plaza de toros de Zalamea, junto con esa afición ganadera por excelencia que con el paso del tiempo aún deja que el olor a puro se entremezcle con el más silencioso silencio cuando el que pisa el albero se está jugando la vida con el toro. Y fue también esta, la que realzó y avivó el encuentro de los Cuadris con la provincia en 1996, anunciándose una de sus únicas novilladas, para más tarde ser la ganadería estrella en el serial zalameño.
Zalamea la Real se enorgullece de su historia pero no tiene por que dejar pasar su presente; un año más nuestro pueblo vuelve a escribir en su ya enciclopedia del toreo. Este año con más cariño que nunca ya que regresan los toros que ilusionaron a muchos, que llenaron los desencajonamientos con autobuses, que se emplazaban en el centro del ruedo durante el manifiesto, que veían como aquel chaval se jugaba la vida agarrándose a la maroma para así citarles a la entrada de toriles, que tenían por nombre a nuestro pueblo, que hacían pintar el toreo a Bejarano y Silvera, que hacían que la banda de música dirigida por Lázaro, una y otra vez encontrase ocupado su sitio de costumbre…., que hacían desbordar la BRAVURA…., que hacían desbordar EL TOREO.
Ojalá vivamos con intensidad de afición grande este reencuentro y rompamos el paseíllo con un caluroso aplauso de bienvenida para que después, pueda de nuevo brillar EL TORO.
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